Cristopher era un niño muy amado, travieso, sano y muy inquieto, pero todo cambió cuando tenía 10 años y nos enteramos que tenía Leucemia Mieloide Aguda. Se me vino el mundo encima. Me costó mucho aceptar la palabra “cáncer”.

Era horrible ver cómo mi hijito lo pasaba muy mal con quimioterapia y radioterapia, con punciones y mielogramas.

Mi niñito se aferró tanto a Dios y tenía toda la fe puesta en su sanación. Siempre decía: “todo va a salir bien”, “Dios está conmigo”. Cris era muy dulce y tierno, con una voz muy suavecita y muy agradecido.

Pasaron 9 meses de tratamiento y llegó su primera recaída. Ahí nos dijeron que iba a trasplante de médula. Llegó un cordón para el trasplante pero él necesitaba dos y en la espera del segundo tuvo otra recaída, tras la cual nos dijeron que ya no había más tratamiento, no había trasplante.

Le pusieron punto final a la vida de mi hijito. Nos dijeron que le quedaban tres meses de vida y una semana más tarde el tiempo se redujo a menos de un mes, pero su cuerpecito lleno de dolor resistió menos tiempo. Ahí morí en vida.

Testimonio de Cecilia Zamora, mamá de Cristopher.