Verano 2016, llego de trabajar y veo a Cristóbal con su cara hinchada, tuve un presentimiento horrible, pero como adolescente me dice: “mamá, tranquila, es el calor, vámonos al sur”. Estando allá se cansaba, su cara mas hinchada, intento bucear y salió casi ahogado; sabía que algo no estaba bien.
Llegamos a Santiago y dice: “mamá, no puedo respirar, por favor llévame a alguna parte”. Es cuando piensas algo está mal. Llego a Urgencias de la UC y me dicen que los exámenes están alterados, hicieron RX de tórax. Entro Cris al examen y llega el doctor y dice: “su hijo tiene una masa enorme en su pecho de 19 cm. De largo y de 10 cm. De grosor, lo mas probable es que sea maligno y esto lo tiene con los pulmones llenos de líquido. El niño saldrá ahora y no debe llorar ni decirle”.
Es ahí cuando uno no siente sus piernas ni escucha nada, solo te pones el traje de oncomamas y lo veo salir diciendo ¿todo bien mamá? Si, hijo.
Lo trasladaron a la UTI y ahí el adolescente es un niño y pide no lo dejes solo porque piensa que va a dejar de respirar.
Al día siguiente, con Cristóbal casi entubado, tomaron la muestra del tumor puncionando su pecho sin anestesia. Llegó oncología diciendo es un cáncer en etapa 4 y puncionaron el pulmón sin anestesia para sacar con drenajes el líquido o poner respiración mecánica. 4 horas de un duro procedimiento, escuchaba a mi hijo gritar de dolor y luego entrar con sonrisa y traje de oncomama, para decirle “estará todo bien”, sin saber si sería así.
Luego vino el proceso de contarle lo que tenía, su preocupación sobre si podría pagar el tratamiento, miedo si moriría y apariencia física que a un adolescente le importan. Empezó de inmediato quimioterapias, punciones lumbares, muchas trasfusiones y lo peor tenerlo moribundo en mis brazos por las quimios y rogarme no seguir luchando, pero arrastrando íbamos con su hermanita de 10 años que tuvo que madurar y unirse a esta lucha, cuidando de él para que yo pudiera trabajar a ratos y costear esto. Lo subimos y bajamos del auto como podíamos por 9 meses, la batalla no es solo con la enfermedad.
Ahora estamos terminando radioterapia para evitar que vuelva el tumor. Pasaremos luego a mantención y confiados en que ganaremos la batalla y que todo valió la pena.
Soy madre soltera de Cristóbal, y he luchado sola por él y hubiese preferido se me quemará la casa o un terremoto porque lo material se recupera, con el cáncer no sabes que pasará, sé que mejorará porque Dios ha visto nuestro esfuerzo y fe. Cristóbal sanará y será un gran hombre que ganó la peor y mas grande de las batallas, es un héroe.
Perla Cabral Zamora, mamá de Cristóbal Navarro , 17 años, Linfoma Linfoblástico Tipo T, en etapa 4.